martes, 28 de agosto de 2007

Cuando yo era joven, no había eso de estar dentro o fuera del armario. Cada cual era lo que era y los demás lo aceptaban o no, sin sentir la necesidad de justificarse. Solo así. Es cierto que ya existía lo que hoy llamamos (erróneamente) discriminación y eso estaba mal ya en aquella época. Pero como de eso no se hablaba, daba la impresión de que no se discriminaba a nadie. Yo creo que era porque hasta los mismos discriminados estábamos convencidos de que siempre había sido así y que siempre lo sería. Las mujeres, los negros, los judíos y las maricas entrábamos todos en una misma bolsa y ya se daba por sentado que seríamos vapuleados de una u otra manera.

Más allá de eso, cuando yo era joven, no nos diferenciábamos tanto del resto de los mortales. En cambio, hoy en día se presentan casos curiosos.

En principio, la palabra "gay" es ya una definición en sí misma. Si alguien, en una conversación declara "soy heterosexual", todo el mundo se quedará mirandolo con desconcierto o con expresión de burla, como quien dice "¿Y con eso qué?". El definirse como heterosexual no aporta nada como presentación. Ahora, si a uno se le ocurre declarar "soy gay", todo el público se hará LA imagen y ya no preguntará nada más porque el solo hecho de definirse como marica es suficiente dato para que todos sepan todo de él.

Es más, ser maricón (hoy por hoy) es una ardua tarea que sólo las más divas son capaces de afrontar con éxito y glamour. Claro que podés ser un gay normal en tu existencia diaria, pero la sociedad te exige que cumplas una serie de requisitos. Espera cosas de vos. Por mucho que queramos escapar de los "heterotipos", los estereotipos están allí, a la vuelta del prejuicio.

1. MODA, MODA Y MÁS MODA: Como sos maricón, no tenés un fondo espiritual. Se espera que tu única meta en la vida sea comprar el especial pret-a-porter de Hola, estar al día de las últimas tendencias de D&G, la decadencia de Yves Saint Laurent, etc., etc. Tus queridas amigas casadas te utilizarán una y otra vez para ir de compras. No bastará con que aguantes sus historias mega-melodrámaticas típicas de Dinastía, sino que además tendrás que asesorarlas en sus compras por el Alto Palermo. Como si no tuvieras bastante con preocuparte por tu propia ropa. Porque también se espera de vos que vayas a la última. Todo ha de ser de esta temporada. Así que, querida, olvidate de las rebajas y los saldos. Siempre impecable, siempre en gama, elegante pero informal, ideal de la muerte pero sin desentonar, bien peinado, bien afeitado.... bien jodido (y no en el sentido gallego).

2. PLUMA. La justa pero sin pasarte. A la gente no le importa que seas gay (es divertido) pero ojo tampoco es cuestión de pasarse de la raya. Si sos muy maricona los pones en un compromiso social del que difícilmente saldrán airosos. Tenés que ser una rara mezcla entre Ante Garmaz y Julio Bocca, mariquita pero con compostura, mariconeando pero sin ridiculizar.

3. GIMNASIO. Tenés que tener el cuerpo 10 (si está totalmente depilado las otras maricas te van a mirar con buenos ojos). Tenés que dejarte en el gym el jornal que te sobra de lo que ya te gastaste en ropa. Pectorales, abdominales, laterales, biceps, triceps, catorciceps etc. Y por supuesto, llevate el plumómetro, no vaya a ser que le mires demasiado el bulto a algún hétero y el tipo te estrole contra su puño por sentirse acosado. En estas condiciones, es muy difícil no acabar convirtiendote en una musculoca reprimida.

4. MODALES. Las maricas, mi amor, ni eructan, ni esputan (no, aunque te parezca mentira, NO), ni se tiran pedos. Ni siquiera hacen caquita. Tenés que mantener tu glamour por sobre todas las cosas y (a menos que cagues Ferrero Rocher) ni se te ocurra pedir ayuda cuando tengas diarrea. Lo del pis es otro cantar. Las maricas tienen que mear Chanel nº5 y aprovechar a echarse una gotita detrás de los lobulos. Siempre que vayas al mingitorio has de sujetártela con papel higiénico y nunca realizar las tres sacudidas de rigor, ¡no te vayas a salpicar los pantalones de Dolce & Gabanna!

5. IRONÍA. Las mariconas siempre somos lúcidas y sabemos responder a casi cualquier comentario. Mordaz y rápido, el maricón ha de saber salir airoso de cualquier situación y conversación, ha de elaborar una recargada lista de respuestas rápidas para quedar regio donde fuere. Si no es tu caso, querida amiga, comprate el especial del Club de la Comedia y aprendete todas las frases ocurrentes que quepan en tu cabecita hueca.

Por eso, siempre que me topo con una mariquita joven le pregunto si está convencida de lo que está haciendo.

- No te hagas puto, mi amor. Además de que te termina doliendo el traste, es muy caro y agotador.